Sube una nube ceniza y quebranto,
truena el Chaitén en la ardiente mañana,
desborda el río, y se viste de lava
sobre sus aguas se arrastra el volcán.
Cubren de plomo paredes y techos,
copos de nieve entre chispas de fragua,
las verdes hojas se pintan de blanco,
quedan velando los canes su hogar.
En ese instante es el tiempo que para
su lento andar me parece un espectro,
y el sol dorado se oculta en el mar.
Cuando llegó la tormenta que ciega,
donde tú estabas amor de mi vida,
cual fue tu asilo ese día especial,
vivo esperando que vuelvas de pronto,
con tu sonrisa y tus sueños de paz.
Lupercio de Providencia