En la soledad de esta fría noche
estás más cerca de mí, como nunca antes,
en cada latido de mi corazón
en cada suspiro de mi alma.
En la oscuridad de esta fría habitación
te llevo prendida en mi piel,
como aquellas flores que entregué en tus manos,
como aquel primer beso que derramé en tu vida.
En lo incierto de mis lejanos recuerdos
navegas silente en el río de mis deseos
mis manos escriben y no saben porque.
Quizás es que te has ido para nunca volver.
En las paredes rasgadas de este silencio
me quema el dolor de tu ausencia,
ése que rompe mis venas,
el que se sembró con tu adiós.
Quizás éstos no sean los últimos versos que escriba,
Tal vez éstas no sean, sino, grises gotas de mi tintero,
pero hoy con mi corazón desnudo en mis manos
quiero que sepas que con tu partida,
me ahogo cada noche, en tus lejanos recuerdos.