Tenia carita redonda, mirada curiosa
Y la piel morena por andar al sol
Su castillo, el unico que el conocia
Era de chapa, madera y carton.
Un padre que se habia ido y que siempre extraño
Con su madre de rostro cansado
Y con cuatro hermanitos compartian una habitacion
El era "el hombre" en la casa, ¡el mayor!
En el barrio muy bien conocido, su nombre, Ramon.
Era el que vendia los diarios alla en la estacion
Pregonando noticias, siempre inventando para vender mejor
La calle le habia enseñado mas de una dura leccion
Pero en su inocencia jamas se explicaba,
Porque habia chicos que no trabajaban,
Tenian de todo, vestian mejor.
De mañana la escuela, de noche el pregon
Con ojitos rojos de estar mal dormido,
Guardapolvo blanco con algunas manchas,
Camino a la escuela se hiba Ramon.
Donde a veces tenia problemas,
Por dormir en clase, por faltar atencion.
O es que la maestra no comprendia
Lo tarde que a veces se hacia
En las noches de lluvia, con los pies cansados,
Tratando en vender su pregon.
Las pocas monedas serian, la ayuda a su madre
Y aquel desayuno, su gran bendicion.
Una tarde triste, camino a buscar los diarios,
Con ojitos curiosos habia observado,
En el escaparate, del viejo mercado,
Unas zapatillas de rojo bordo.
"Ah! si pudiera comprarlas
Estoy muy seguro que me ayudarian, a correr mejor".
En su dulce inocencia pensaba Ramon.
Siguio caminando, sonrisa en los labios
Corazoncito tierno, lleno de ilusion.
"Tal vez, si vendiera hoy todos mis diarios",
Ramoncito penso.
Y esa tarde, grito mas que nunca, con su ronca voz
La noche avanzaba y la lluvia caia peor
Eran las once, le quedaba un diario
Cuando alguien silbo,
Corrio cruzando la calle, extendiendo el pregon,
Dibujando en su mente, zapatillas de rojo bordo.
Tendido en el mojado asfalto
Con un hilo de sangre en los labios, yacia Ramon.
Atropellado por el auto, ese que apurado no vio.
Su carita esbozaba la sonrisa de sueño cumplido,
De zapatillitas de color bordo.
Su castillo no seria mas de chapa, madera y carton
Sino uno blanco y hermoso, alla junto a Dios.