Noches De Perros Callejeros
Deambulan en patios cercados
por pueblos y ciudades.
Grotescos, desconfiados,
enfermos, miserables.
Son sus propios dueños,
son de Nadie.
Ellos los tristes, los indefensos,
los eternos andariegos
que viven y mueren
bajo la tiranía de la calle
y la brutalidad del hombre.
Hoy por ejemplo,
la noche es más perversa,
el temporal arrecia,
el desamparo tritura,
el frío desgarra incluso
a la piedra su pellejo.
¿Y a quién le importa, que estén
muriendo de hambre y dolor,
los perros callejeros?
Hay veces que soy uno de ellos
y los perros me entienden,
me reconocen y aceptan,
porque también huelo
a golpes y sufrimiento.
Como en esta noche inmunda,
que en cuatro patas,
suplico inútil a Dios,
alimento y abrigo
para mi espíritu,
en su santo reino.