La suavidad del mas sedoso raso
ha dado a tus mejillas la tersura,
a su vez, te ofrecía el terciopelo,
ponerle calidez a tu mirada.
Dos palomas se posaron en tus manos,
te brindaron paz y mansedumbre,
sin permitir , tomaras por costumbre,
que por ser mansa, serías descuidada.
Tu sangre y tu hogar, con infinito celo
defiendes, con trabajo, con bravura,
recordando que en ti, prima la dulzura,
que tus labios de miel van regalando.
Así eres, mujer, Alfa y Omega.
Un crisol, donde se funde la alegría,
la virtud, los sacrificios y las penas,
que te hacen ser en todo, la primera.
® Susana Valenzuela
08-03-11