No es muy alta, ni bajita:
tiene la estatura ideal
y su estampa es tan bonita,
con un rostro angelical.
Lleva corto su cabello,
de un rubio color de trigo
y es ese rostro tan bello
el que siempre llevo conmigo.
Su nariz breve y graciosa,
sus ojos de azul profundo
y esa silueta de diosa
como no hay otra en el mundo.
Su mirar es dulce y tierno,
compendio del paraíso,
y su ausencia es un infierno
y es su mirada mi hechizo.
Sus labios son la promesa
de una dicha plena, eterna,
y mi corazón empieza
a brillar como una linterna.
Es resumen y compendio
de mis sueños más hermosos
y es su amor como un incendio
de fuegos maravillosos.
Es la respuesta del cielo
a mis fervientes oraciones,
la recompensa a mi anhelo,
manantial de bendiciones.-
Eduardo Ritter Bonilla.