Cuándo me hablas,
con tu voz de seda,
y tu mirada escapa al viento,
yo recorro lentamente tu piel,
con mi pensamiento.
Cuándo me hablas,
con tus caracolas de estrellas,
yo te beso el cuello,
con la distancia del beso eterno.
Cuándo me hablas,
con tu voz de atardecer,
yo paseo por tu espalda,
contando cada poro de tu piel.
Cuándo me hablas,
con tu voz de noche eterna,
caminan mis dedos,
por tus piernas de miel.
Cuándo me hablas,
con tu voz de amapola,
yo he besado ya todo tu cuerpo,
desde tu cabeza a los pies.
Me gusta oirte,
mi voz de estrella,
porque todo el tiempo que dura tu voz,
es como si te hubiera amado,
mas de mil veces,
toda entera,
como cuándo la brisa recorre tu mar en primavera.