Te conocí de una forma extraña, extraña para ambos, quizás en el momento menos adecuado y no lo supe aprovechar. Me demoré en reaccionar, en comprender, y te dejé pasar. Pero la vida da revancha y no me arrepiento de aquello, porque si de algo me sirvió es para valorar aún más hoy lo que tengo. Es que, entre idas y vueltas, no entiendo cómo, ni por qué, una sola vez perdí las esperanzas y como una marca del destino apareciste nuevamente con un abrazo tan fuerte como esos que al recordarlo, sentís que te vuelve a abrigar. Gracias por cruzarte ese día, en el momento menos esperado, a la hora menos pensada. No somos perfectos, pero caminando a mi lado me hacés sentir seguro y me regalás sonrisas, momentos, que no necesito recordar porque cada día me hacés más feliz que el día anterior y me volvés a enamorar.