Viejo árbol, viejo ombú, lo veo triste y ausente,
también jugué yo en la niñez, amparada bajo su sombra;
en la infinita pampa quedó, cobijando risas y recuerdos;
viejo ombú de mi terruño, cuántas historias guarda,
amores secretos, lágrimas solitarias, mates y guitarreadas,
el peón echando una siesta, el pingo comiendo pasto.
Algunas veces lo he mirado, lejano, cuando iba pasando,
con el tiempo se va gastando, lánguido en mi memoria;
viejo árbol de mi madre, que siempre lo recordaba,
cantando en la guitarra valsecitos y milongas,
ella me hablaba de su ombú, de su árbol de la infancia;
quedó solo después, sin el canto de los pájaros,
esperando a que otro invierno llegue,
un árbol y una bóveda azul; esperando florecer
con sus raíces de árbol milenario.
Viejo ombú, lo hago mío en el recuerdo,
me voy secando en mi destierro al pasar de los años,
esperando igual que él, que la muerte venga a buscarnos.