El ánimo del poeta se inspira en la vida,
con emoción contenida se nutre de sueños.
Sus poemas son rosas que con amor cultiva.
Con secreta ilusión desea dejar su huella,
que cuando ya no esté, en su verso reviva.
Si alguien lo lee, su misión tendrá sentido
al despertar en el otro un eco de sí mismo.
Y en esa comunión que el sentimiento cautiva
surge entre dos seres una identificación
que vuelve más intensa la alegría
o trae un dulce alivio al corazón.
Quizás su sentir sea invisible lazo
que lo une a otro ser en su dicha o dolor.
Si un poeta muere, se enlutan las palabras,
quedan huérfanas, heridas por un rayo.
Sustancial oficio este de cantar
al olvido, a la ausencia, al amor, a la amistad,
a la vida, a la ineludible muerte,
cantar sus desdichas y también su suerte,
a la paz entre los hombres, a la hermandad.
El placer de combinar palabras
lo impulsa a revelar su verdad,
aquello que imprime una emoción
en su íntimo ser, es digno de alabar.
Por ello bendito oficio el de poeta!
Sus sentidos versos por el aire van
y encuentran un corazón confidente
en donde puede su canto anidar.
Nadia Estelaniz