II La caída de Apolo

Apolo no muere...
Porfía como una inmortal olla de calamidades
que se incrusta en olimpos de razón afrodisíaca
resultó que Apolo no era ni tan brillante ni tan divino
Era una víbora petiza y mal intencionada
Que movía la cola cascabel al ritmo de la leva
y vaciaba su celo vespertino en promesas holográficas
como las sombras de un hades falso, falso...
falso se esfumó
como aquel humo que exhalaba contra tu voluntad
y ahora emano como tea incendiaria
después de haber vivido en tus noches.
Ahora humeo negro, denso...
por que ya no está el agua labial que me mantenía los pulmones blancos
y el vicio volvió para quedarse
y no exiliarse ni por 63 kilos de testosterona piernas- zapato talla 42
Nos caímos del Olimpo, Apolo
ahora veo como tu inmortalidad es arrastrada por carros hacia el abismo
Antaño la maqueta de mi estabilidad se venía abajo entre polvo y pilares rotos
las efigies caían con un soplido de almeja
ahora tu templo se cae a pedazos,
antiguo Apolo de luceros esmeralda,
y desde mi nuevo pedestal de semidiós renovado
te digo adiós hacia abajo
Tu foco se apaga
la puerta del templo se cierra
las bacantes se marchitan y mueren
viene el cambio de dogma