Hay pasajes de la vida
que son proporcionalmente
indirectos a la forma
de plasmar el tiempo y el espacio,
tiempo de crecer, de gozar,
de aunarse, de unirse y
espacios disímiles,
inconcretos, falaces...
ordinarios.
Hay pasiones que nacen
y mueren, en un segundo
en el mínimo e irreversible
segundero de la noche,
donde no es necesario
aligerar la carga de las horas.
Hay palabras que no las digo,
porque cada emisión
de mis cuerdas vocales,
pueden semejar dolor y
sedición.
Hay tanta niebla
en este paisaje de
oscurantismo,
que miro para atrás,
y vuelvo a encontrar
esas manos que me llevan.