¿Dónde quedó la fuente que surtía
con aguas limpias, tibias y saciaba
mi sed de amar que nunca se agotaba
y al alma daba luz? ¿A dónde iría?
¿Dime, Señor, por qué se apagaría
aquella luz que tanto iluminaba,
la que a tu Amor constante me llevaba
y que esplendores sólo me ofrecía?
Después de cada noche llega el día,
después de cada sueño despertaba
y yo te amaba más, sin duda alguna.
Después de cada pena, la alegría
con rayos de esperanza me bañaba
y ahora estoy sin sed, sin sol, sin luna.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!