Tu nombre y mi nombre unidos
y, al mirarlos, suavemente
vuela a tu encuentro mi mente
en un anhelo ferviente,
escoltada por mis suspiros.
Te preguntas, de repente,
en medio de la rutina
(sea el hogar o la oficina):
-¿Qué estará haciendo, ahora mismo?-
(Me encuentro pensando en tí).
Y, más allá del abismo
de geográficas distancias,
se agitan en mi las ansias
de volar hacia tu encuentro,
no sólo en mi pensamiento,
sino ya físicamente.
Es un anhelo vehemente,
una obsesión persistente
que no cesa ni un momento,
este dulce sentimiento
está llevando hacia tí
mi corazón en el viento.-
Eduardo Ritter Bonilla.