Flordelisaban palidos los cielos
en una tarde languida de Octubre,
pasando la sombria reja de hierro,
que bordeaba el crepusculo nocturno,
Entro a la terraza blanca
bañada a esa hora,
por la luz de un sol,
blanco tambien como una ancronia muriente
El verde de las enredaderas
se habia marchitado,
era entonces de un color bermejo,
ramas tiernas de vegetacion de oricalco
Una luz vencida parecia vencer el alma inasible
y someterla a su paz inerte,
al imperio de sus colores desfallecientes,
fundiendose con lentitud,
en la monocromia austera de la noche
Raul T