No me digas madre que estás cansada,
que eres vieja,
que te duelen los huesos,
que tu piel está ya desfigurada,
que te falta el aire,
la vida, los sueños,
no me digas eso madre,
yo siempre te veo joven,
con esa fuerza en tu mirada,
con esa sonrisa que me dá la vida,
siempre te veo en mis sueños esfumados,
con tu juventud más bella,
hablándome con dulzura,
diciéndome que la vida vale la pena.
Para mi, madre,
siempre eres joven,
siempre estás en mi mirada,
como la sombra que me empuja,
que me levanta cada día a la vida,
dándole abrazos al alba.
Arrugas bellas,
años de entrega,
olvidando tus ilusiones,
amor que diste entero,
hasta dejar tu alma seca.
A mi no me digas que eres vieja,
siempre serás mi eterna madre joven,
la que me enseñó que la vida se anda,
a veces con amor,
a veces con pena,
pero se anda.
Por eso madre,
nunca pierdas tu sonrisa,
ni me digas que estás vieja,
porque yo siempre te veo,
con tu eterna juventud de brisa,
como una joven luna llena.
Y si algún dia estás muy cansada,
abrazaté a tu sueño encantado,
y espérame en el con tu bella paciencia,
allí nos encontraremos,
cuándo yo tambien esté ya cansado,
y se apodere de mi el sueño eterno.