Están tus cadenas en mis muñecas
en cada eslabón tatuando tus huellas,
y tu pasión fundida a gotas cual greca
escapa por mis poros metida por ellas.
Y asÃ, lento, por mi piel va desbordando
esta roja infusión que hierve los metales,
en barrotes de mi celda se va impregnando
¡Y cómo queman ya estos lazos tan letales!
¡Ah, bebe ya este té que a mi piel envuelve!
Despacito, carcelero, que está caliente…
Ven aquà dentro:¡toma las llaves y vuelve!
¡Hazle ya justicia a este cuerpo tan doliente!
AsÃ, guardián mÃo, que de ti no me escapo
¡Que sude su cemento esta cárcel, este cuarto!
AsÃ, verdugo mÃo, mi vestido vuelve harapo
¡Que tu lengua inquisidora seque hasta el infarto!
¡Ah, delicioso castigo el que estoy pagando
dentro de tu prisión, bendita sea la injuria
por la que mi sentencia es ya un comando,
tú mi centinela, y mi condena, tu lujuria!