Madrid, mi ciudad querida,
no de nacimiento, pues seis meses tenía,
donde se vinieron mis padres
para una mejor vida.
Aquí crecí y fui al colegio
de mis monjas queridas,
donde pase unos de los mejores
años de mi vida.
Me enamoré cuando llegó el momento,
de un chico estupendo, “madrileño”
simpático, chulapón y muy orgulloso de serlo.
Fue el único amor de mi vida,
y con él he compartido
los otros mejores años que me dio la vida.
Ya no lo tengo a mi lado, y triste estoy,
pero sigo paseando
por estas históricas calles,
llenas de teatros, monumentos, museos, jardines
y el Retiro, estupendo parque
donde van los jóvenes por las mañanas,
hacer deporte.
El Palacio Real, la catedral de la Almudena
y esa maravillosa basílica,
de San Francisco el Grande, en el barrio de la Latina,
y callejeando por esa zona,
se encuentra una iglesia
que es la Virgen de la Paloma.
Está el puente de Segovia,
la Cava Baja, donde te adentras por sus calles,
y huelen a historia.
La Puerta del Sol, esa plaza estupenda,
donde se dan las campanadas
el día de Noche Vieja,
lugar de encuentro de muchos elementos
y también de todos los giris,
que con sus cámaras al cuello,
fotografían el reloj del ayuntamiento;
siempre llena de gente
que se dispersan por sus calles adyacentes,
donde se va a parar, a la playa Mayor,
un punto turístico, en el centro de la ciudad,
donde en las Navidades, se llenan de casetas,
con sus figuras de nacimientos
y musicales instrumentos.
Seguiría y seguiría,
pero hay tantas cosas que ver,
que nunca terminaría.
Animo a la gente mas viajera,
para que venga a conocer,
esta ciudad tan bella,
que su nombre tiene,
(como dice la canción), seis letras,
MADRID.