Mientras mis pasos sigilosos me acercan al final del puerto
imagino, de entre los luceros, líneas desgarrando el infinito,
que condensan las frías sensaciones en cristales
que descargan de mi palabra un silencio a gritos.
Pero en el fondo del alma, la herida abierta
incrementa la frialdad de la espesa y negra noche,
y arrincona a un lado la apatía descubierta
en el corazón aletargado de un vigía diurno,
que duerme el sentimiento , acunando su estrella.
El olor del mar me lleva de nuevo a acariciar el cielo
mientras mis pasos me acercan al final del puerto
imaginando , de entre las estrellas, el infinito eterno
que condensa en mi palabra un silencio frío
que acuna el sentimiento de un poeta viajero.