El eco de su voz aún me acaricia
no siento sus pasos, pero escucho su corazón
el brazo del viento me trae su risa
en mi boca saboreo, su dulce de algodón.
Si, mi abuelo luminoso, de elocuente pupila
a veces me visita cuando se esconde el sol
su cuerpo está ausente, mas, su espíritu habita
en todos mis recuerdos que guardo con amor.
Evoco sus cariños, también sus regaños,
una tarde de lluvia, los leños encendidos
y todos frente al fuego, éramos rebaño
atentos a los cuentos de un tesoro escondido.
Mi abuelo era sabio y hacedor de sueños
para mis ojos de niña, él era un gigante
él sabia de trucos y también de juegos
y en sus brazos fuertes, solía acunarme.
Quisiera que volvieran, esos años perdidos
eternizo el instante que besa mi conciencia
mas, el tiempo no vuelve, ni cambia lo vivido
pero aletea la alquimia infinita de su esencia.
Le sorprendió durmiendo el nuevo amanecer
se apago su estrella en el firmamento,
pero dejó en mi universo: su Querer
y en su raíz de cóndor su pensamiento.