Las calles de mi ciudad, tienen olor a arroyo, a puerto,olor a nostalgias, olor a pan fresco.
San Martín y Cayetano Nerbutti, allí esta la antigua panadería de “Don Pafundi”.
Miro sus paredes desteñidas por los años, sus ventanas con su toc-toc, porque el viento las golpea, y son como unos pasos de alguien que baja las ya gastadas escaleras, de aquella casa que acuño una familia.
Me gustaba cuando don Antonio, me atendía, con su sonrisa franca, tan leal, terminaba de pesar el pan y me decía…Te doy la yapa! yo salía feliz rumbo a casa.
Don Miguel, siempre con su ceño arrugado, pero con un corazón tan grande dentro de el.
Era mi pequeño pueblito, lleno de chicos con ilusiones, llenos de alegrías, los años fueron pasando, en las noches sigo sintiendo el olorcito a pan fresco, que sale de esa puerta siempre abierta.
Que esa chimenea no deje de elevar al cielo, ese humo de los leños, que cocinaran el sabroso pan, para alimento nuestro y de muchos más.
Que los hijos sigan manteniendo en pie a nuestra querida panadería.
Para mi sos y serás esa medalla que queremos guardarla como reliquia, como patrimonio de mi pueblo, convertido en ciudad, porque los años pasaran, pero sus aromas serán siempre los mismos.
Mis tardecitas tienen aun el olor a pueblo, el olor a leños, a sueños y a pan fresco.