En este rincón tropical, cuando el sol que muere saluda el día, y la bruma el cielo inunda, de gris y triste el mar de tercipelo viste;
allá en la roca de coral, que las olas de blancas espumas
lleva su canción de cuna, altiva y sola, está mi ave marina.
Ella nunca deja su lugar
ni cuando la azota el vendaval, solo levanta vuelo para pescar, y su perfil sobre la cresta de aquel bajo mar, es cual faro y guía segura para el pescador llevar a bien, su peñero a la orilla.
¡Oh mi solitaria ave del mar! el cielo es tu techo, el sol tu calor, las aguas son tu espejo para engalanarte a esperar tu amor;
el mundo gira a tu alrededor con su felicidad y dolor; con sus niños abandonados en las calles, y sus enfermos en los hospitales;
con sus contiendas electorales de lucha sin cuartel, que para lograr fama y poder, no importa si para ello es necesario comprar o vender por dinero, a Cristo, el alma o el mundo entero;
con sus enamorados ,soñando entres flores, y los pobres ,pasando hambre y dolores.
Tú allá en tu mundo de coral, inmutable en tu paz, tampoco sabes ¡oh mi ave! que eres el compañero de mi soledad, es que tú, simplemente ni ve, ni oye, ni medita.