Tarde hermosa aquella, llena de alegría,
donde la armonía reinaba, en el ambiente de aquel día.
Era un día domingo soleado,
donde el llano se hizo presente
y tu y yo con amistad reciente,
disfrutamos todo, justo al lado.
Que grata compañía la tuya, junto a mí pegadito,
con esos ojos tan hermosos y picaritos,
que me cautivaron esa tarde llanera,
cuando te encontré por vez primera,
entre coplas y contrapunteos,
que me dejaron emocionada, ya en la noche
y si no lo cuento, de veras, no lo creo.
Ah y no se imagínan, lo guapo que es el señor aquel,
que el día anterior conocí en otro lugar
y nos hicimos pana de una vez,
porque, pa´ luego es tarde
y un amigo tan bello, no es fácil encontrar.