Delicado manto de fina arena,
Suave, mi cuerpo cubrió...
Extendida capa la noche eterna,
Y su Dama, la Luna brilló...
Resbaló en mis dedos el agua clara,
El mar, mi cuerpo acarició,
Y miro fijamente a una estrella,
Que tenue, mi rostro iluminó...
Y mi corazón, dolido,
En silencio gritó,
Por caer en el olvido,
De tu dulce corazón...
Dejo que en suspiros se llevara el viento,
Su pena y su dolor,
Y se sintió libre por un momento,
Mientras le invadía el calor...
Lo que era blanco y negro,
Se volvió multicolor,
Lo que parecía perdido,
De pronto, lo halló...
Y de entre la fina arena,
Una bella flor brotó...
Increible, ¿no?
Era el fruto de su amor...
Amor reprimido en odio,
Y envuelto ahora en dolor,
Amor que se había muerto,
Y en la noche, resurgió...