Bajo esta piel que toca tu compás
una vez mas mis antígenos se agitan,
el propio germen causante de mi mal
será el antídoto que a vacunar me invita.
Producirá anticuerpos contra las toxinas
que causaron la susodicha enfermedad,
y una vez mas, mi sazón se inclina
a la cordura de anticuerpos insustancial.
Una gran paz vacuna mi brío y lo duerme,
esencia a tamarindo y sangre que decrece.
Vocablo que hacia la sombra cálida y verde,
con sabor a hierro, mi cabeza estremece.
Y así como el vacunar desarma al germen,
se aniquiló tu imagen ronca y grave
y el jacinto de cristal, metal y fuego, pierde,
con la sonata salvaje de tus volcanes.