Como mar y montaña
es nuestra alegoría,
mis olas golpean tu orilla
y se marchan a la calma.
Una tranquilidad falsa,
una epopeya lejana,
mi marea lo intenta
pero sin obtener respuesta.
Tú, mi pequeña montaña,
me lanzas una roca,
un árbol o una rosa
con gana o desgana,
se pierde en la lejana
y gran tierra plateada.
Incapaces son mis gotas
de acariciar tus aromas,
incapaces son tus vientos
de abanicar mis adentros.
Yo con mi calor abraso
y con mi brisa refresco,
tu alivias con tus bosques
derretidos corazones.
Somos hermosos paisajes
el uno para el otro,
inmenso es mi paraje
y con tus tierras me conformo.
Mar y montaña,
no existe la calma
entre nosotros las agujas
y el sonido de las aguas.
Tierra fértil y bella
eres tu mi pequeña,
me olvido de los deberes
y pienso en volver a verte.
Riego tantas orillas
y playas de arena,
algunas más lejanas
otras sumamente cercanas.
Mar y montaña,
yo quiero tenerte,
mecerte en mi agua,
sin embargo, no existe nada.