Me embriago en la tinta,
desordenada de mis versos,
zambullida en el escandalo,
interior que me gobierna.
Enloquezco en el intento,
de volcar lo que me puebla.
Fantasiosos habitantes de mi alma,
latitudes y misterios.
Poseida por un genio sigiloso,
audazmente me rebelo.
Sin control sobre mi mente,
atrapada en laberinto,
huyo, caigo, me revuelco,
en el lodo y la miseria,
y renazco a cada instante,
purificada y eterea.
Quiero huir -mas mis fantasmas-
me persiguen y me acosan,
me revuelven el cerebro,
se meten en mi sangre,
los alcanzo y al final,
yo los plasmo en esta hoja,
inmortales personajes,
sin historias ni leyendas.