Estos años convividos, dando oídos
a los ecos de violines y trompetas,
al verdor de los frutos percibidos
y al arrope lentamente entre grietas.
Estos años en que el agua de la lluvia
se colaba haciendo mella en nuestro bosque;
en que mi alma, como el árbol florecido,
peregrina de tu verbo se hizo nombre.
Estos años, primaveras deshojadas,
renunciantes a sus pétalos dispersos
y a los ecos de las noches trasnochadas,
se desnudan inquietos entre estos versos.
Estos años, envueltos en flamígera galera
que, surcaron velozmente a campo abierto,
me cubrieron con tu rosa primavera
y han dejado tu impronta como acento.
Porque eres…
El agua de la lluvia que humedece a la tierra,
llega hasta el árbol que, florece y da fruto,
y arropa a nuestro amor venciendo a nuestra guerra.
Este poema está dedicado para mi amado esposo, Fernando, por nuestro aniversario de bodas.