En el café de las horas,
donde solo son reales nuestras vidas,
donde nuestros corazones hablan
de lo que sienten juntos,
de lo que sienten solos...
Allí, donde no hay manual
de vidas ejemplares,
en ese café de las horas
perdidas del encanto,
donde a veces acudimos
a reponer nuestras fuerzas,
a enderezar nuestros pulsos
siempre vencidos
por el calor de tus labios,
por mis brazos qué
juegan con los tuyos a encontrarse
por la espalda de nuestros cuerpos
desnudos.
Quisiera decirtelo a solas;
que no podría olvidarte nunca,
que jamás podría imaginarte
en otro cuerpo de mujer
a pesar de la distancia de las horas,
del tiempo que trabajo
para volver a encontrarte...
y de los hijos que,
en tantas ocasiones
no nos han dejado contarnos
aquellas pequeñas cosas
que suceden cada día...
cuando estoy contigo,
... cuando estoy tan solo