Alguien me contó un lejano febrero,
que habia un lugar detrás de las montañas,
donde la gente sabía decir te quiero
y sonreia al sol cada mañana.
Me platicó que había estrellas en el cielo,
y existía algo que llamaban amor.
Me habló de limpios rios y mil aves al vuelo,
y de una cosa extraña que le decian perdón.
Dijo de sueños, de ilusión y de esperanzas,
y de otras maravillas que su mente inventó.
Yo me extasié de aquellas fantasias,
que ese dia alimentaron mi infantil corazón.
Volví a buscar, la mañana siguiente,
a aquel que con su fábula, mi sonrisa logró.
Me lo encontré con los ojos cerrados,
y ya no latía mas, su viejo corazón.
Aquel rostro silente reflejaba contento,
tal vez partió tranquilo por lograr transmitir,
que si logras creer en las letras de un cuento,
puedes hallar el modo de no ser infeliz.