Amiga mía, es bueno que llegaste,
últimamente mi vida es infierno.
-Ya sé, se te apago tu fuego eterno-
Amigo, ¿por qué tanto confiaste?
Ahora estás ávido de caricia,
aquí contigo en tu misma morada
te ofrezco mi piel en llamarada
también, sueño con toda delicia.
En mí no habrás calor ni fuego eterno,
hoy seré primavera en tu invierno,
ven y quémate conmigo en la brasa.
Cubre tu cuerpo con mis fantasías,
pondré en tu boca mieles y ambrosías,
afianzo esperanza cuando me abraza.
Autor: Alcibíades Noceda Medina