Voy caminando lento por la calle, recordando experiencias;
y las vivencias ensanchan el ego y la mediocridad
de mi carisma; envolviendo los días, antes efímeros,
hoy incesantemente benévolos a cada segundo que pasa,
pues tengo la misma valentía de los próceres patrios.
Fijo mi vista al cielo, una estrella se alza,
entre las nubes flameantes de la tarde fugitiva,
entonces me llega el recuerdo de tus mejillas virginales,
de la ves primera que contemple tu audaz hermosura;
que como céfiro se enervo en mis entrañas.
Tu rostro semejaba la sedocidad de un querubín,
y tu cabello lacio resplandecía tal como si fuese un sol,
y su resplandor áureo abejeaba en mi sublime vista;
por segundos nuestras miradas chocaron, tus ojos trémulos
sollozaban y rogaban por ser acogidos, por ser contemplados.
Nuestros destinos se cruzaron con un amor como amantes fogosos.
Existe un mundo para dos, donde soy yo para ti y tú para mí.
La realidad estaba por hender mi enamorado corazón.
En este mi sueño te envió flores, te envió mi aliento,
te canto arrulladoras canciones y te recito bajo la luna.
Ella una chica preciosa, tan bella, linda niña,
pude apreciar las pecas sobre sus hombros,
reposaban sobre su piel nívea, sin mácula,
como una nube blanca, como la excelsidad de su pureza,
semejaba la sedocidad de primaverales orquídeas.
Acaricie tu agraciada silueta, tu gallardo cuerpo,
camine siempre de tu mano, en mi sueño nupcial,
y aquella sonrisa meliflua encantaba mi oír,
y tu voz laudada; era como escuchar
los acordes del lira en suaves canticos celestes.
Envolví tus labios vírgenes en fugases besos infinitos,
mientras que la realidad era tan gris y oscura;
como gotas de alquitrán sobre el vestido de Atenea.
No mas en mis sueños fuiste como te quise,
gentil y sublime como la princesa de un cuento azul.
Hoy se me puede ver taciturno y pensativo,
una lagrima se hiriza y baja hiriendo mi mejilla,
pues aun tenía tanto para darte, amor por entregarte;
y esta semana parece mas como un tiempo de caridad,
se te cumplió el capricho, se te acabo el cariño?
Se me acabo el sueño, se convirtió en pesadilla.
Te fuiste como el sol que se oculta en el ocaso,
te fuiste entre las nubes flameantes de la tarde fugitiva.
Solo me quedaron las huellas de tus labios bermejos,
solo me quedan el corazón y el alma inundados en tristeza.
cristopher antonio moraga
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08/nov/2010