Sonoro, agobiante, perplejo.
Matices inciertos, que opacan la locura, candida penumbra, bosquejo de amanecer.
Se hallaba sigiloso, furtivo, alejado de sus sueños, o del sueño de los demás, no lo sabía, solo se perdía en la niebla que vaporiza las lágrimas, el astro devorador del día, susurraba a sus espaldas y apedreaba con estrellas lo valioso de la nostalgia.
¿Cuanto valor puede tener aquel que destroza un alma ya herida?
Da igual, pues el alma libre al fin se entrelaza entre suspiros y cierra sus ojos para llorar. sin dolor agregado, solo cierra sus ojos.
Una voz a lo lejos pregunta ¿Cómo estas? Destella con el día un sonrisa, con ojos de mortal, humano, sin titubeos los labios lo reconfortan al decir “bien y vos”.
Cuanta ironía hay en esas simples palabras, cuanta mentira. pero aun cuando el alma este cegada de dolor, este llorando, la multitud, aquella multitud abrumadora, serpiente de dos cabezas que busca la espalda para penetrar el veneno, con palabras, aun entre la multitud, el cuerpo no se detiene, por que al final del camino, la luz espera por nosotros. David flores