He vívido
desérticas noches.
tu olvido se transportó
en carretas con ruedas de nubes.
Creíste transitar
por caminos de sol,
por caminos de viento
y espasmos del alma.
Eres eje que se retuerce de locura
navegando con velas ilusas
por mares de arenas,
por valles de playas,
por ventiscas de perlas,
por cristales de iris,
en silencios diamántinos de blancos corales.
Hoy observó ante ti
manteles de espumas
hechos de ópacos cristales,
deshaciéndo hilachas pasajeras,
derramando
el rojo de tus venas
en torrentes
de internos riachuelos.
Suspiras al sumergirte
por amplias vertientes,
para no retornar,
a la superficie de mi amor.
Amor que se perdió,
amor que se olvidó,
amor cuyas extremidades lisiadas
se siguen transportando
hasta el infinito.
en carretas con ruedas de nubes.
Ruedas que fueron desapareciéndo
ante el inclemente
calor del Astro Sol.
Hoy vuelves a mí. suplicante.
No pretendas reciclar el amor
a través de embudos de clavos y espinas.
No pretendas construir
sobre cántaros de greda,
que aún no se ha cocido.
Es tarde,
eres baladí,
sigue rodando
por esos caminos
de indiferencia y de olvido.
Eres sal que se topó
con tu húmeda indiferencia
esculpiste con tu olvido
el grabado de tu propia lápida,
Eres Baladí que yaces
tallando en la pesadumbre
de tu última palabra.
El entierro de tu última morada
está y es. !Adios¡. María Ysabel Camacaro