Que noble mujer, fue aquélla
que, por mí, lloró silentemente
Fue tan sincera y amorosa ella
que me amó, incansablemente
Ella, me amamantó de niño
mi llanto escucho, sin refutar.
Me dio, sin reserva su cariño
Y nunca ella, me dejo de amar
Mi sueño veló, y al abrazarme
me dio amor, e igual ternura.
Feliz ella, reía al despertarme
ella, mi mamita noble y pura
Gozó, mis chiquilladas y lloró
mi adolescencia caprichosa
Por mi felicidad, a Dios oro
mi madre, mujer maravillosa
Ella fue ayer, mi consejera pía
oriento mi niñez y adolescencia
De mis pasos, fue verdadera guía
y de éste mi vivir, única esencia.
Fue ella, quien mi niñez cuido
siendo desde luego, irreemplazable
El amor, que nunca me negó
esa mujer, mi Santa Madre
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!