Cada vez que me preguntas
por esta pasión inmensa
yo no se cómo explicarte
por qué transito esta senda.
Mi amor es como las cosas
que nunca tienen respuesta,
lo mismo que preguntar
por qué existe el agua fresca,
por qué hay trinos en la palma,
por qué hacen miel las abejas,
por qué son blancos los lirios
y moradas las violetas,
por qué canta el arrendajo
en los copos de la ceiba,
por qué dice tantas cosas
el grillo en las hojas secas,
por qué razón tú me miras
con ese par de poemas
y yo siento que me abrazas
y yo siento que me besas
y tú sientes cuando sufro
y tú sientes cuando suena
mi guitarra trasnochada
con veinte lunas a cuestas.
Yo no sé, sinceramente,
de dónde nació esta pena,
debe ser desde la vez
que el tren de la primavera
en la estación de mi canto
dejó tu figura buena
y repicaron alegres
las campanas de azucenas
y el arpa de las espigas
acompañó a las estrellas
y se te puso la cara
del color de las cerezas
y entonces fueron tus manos
dos mariposas traviesas
que empezaron a construir
este sueño de poema,
y hoy me besan sin besarme
tus ojos de luna llena
y escucho tu voz sonora
dulce, menuda y pequeña
que canta sobre mi playa
y juega con la palmera
para que no se me caiga
este castillo de arena.