LA JUSTICIA ESTÁ DORMIDA.
A veces la justicia duerme plácida
bajo los chopos verdes del campo,
controlada por señores
montados en caballos blancos ,
con zahones de cuero y lazos,
con botos de tacos ensangrentados.
A veces la justicia duerme la siesta
y sólo se despierta con el perfume de1 amo.
El olor vida del obrero paciente,
del trabajador a mano,
la amodorran, la adormecen.
No despierta ni con gritos,
alaridos, ni sufridos llantos.
A veces la justicia, duerme en la orilla
del río, en el remanso.
Juega con el agua clara y crista1ina,
mientras otros la están llamando.
Ella, distraída y coqueta, se mira
en el espejo, lejos de lo humano.
A veces la justicia duerme entre sábanas
de seda y edredón blanco,
sobre colchón de plumas, en habitación
cerrada, sin libertad ninguna.
El rayo del Sol ciega sus ojos
al despertar en una mañana clara,
después del funeral y del llanto.