Te he mirado con los ojos del peregrino
el humo sobre el agua de tu vientre,
la sonrisa precisa, diáfana y el destino
veedor de todo esto que ya sientes,
me has encontrado, entre tu mirada...dormido,
chiquita mía! de estos nuevos testamentos,
senderos de lujuria, amor, que concebidos
se juntan en una, versión de lo perfecto,
me has tenido tan cerca de tu ocaso
en esta tarde, que resuena en tu pensamiento,
te he tenido, por las dudas, por si acaso,
que medites sueños y no puedas creerlo,
puesto que de tal verdad, a tal acercamiento,
mis ojos te dijeron la única incidencia,
que el mundo ya es nuestro...no hay impedimentos
pues sabes que muero, cuando llaman tus ausencias,
y de tal menester de sentirte toda mía,
cuando el fuego me hiere las venas sin tenerte,
me miras tan profundo, mujer! que tu vigía
hace que te entregue toda la vida y toda mi muerte.