Encontré en mi camino una rosa,
rodeada de malas yerbas,
al tomarla sus espinas me hirieron,
tormento de su silencio,
sostuve en mi mano su tallo,
la agarre con pasión,
el dolor de las espinas se eclipso
al tenerte junto a mi corazón.
No era una rosa cualquiera,
era la rosa del amor,
roja radiante, ardiente y audaz,
melodía hermosa,
que sin enunciar un sonido,
decía lo que me amaba,
acariciaba mis labios,
con la ternura de sus pétalos,
de su tallo nacieron raíces,
que a mi cuerpo acariciaban,
con fragancia de pasión.
En mis manos la ilusión florecía,
suspendida en el sueño,
el tiempo la huele y la inspira.