Frío Invierno

Como es que al fin te acostumbraste a vivir en los inviernos. A ese frío abrazador que se desata cuando ibas de vacaciones. Es enigma, desde entonces te persiguen todas las duras nevadas Sobre todo después de quedarte al final con tus tristezas tan muertas Sin más armas que tus dudas. Sin más nada. Solo con esos trapos Ese largo abrigo suelto enredado en tus rodillas Tus largos dedos tiritando entre la piel y la seda, Con tu bufanda prendida cubriéndote hasta el cuello. A veces, te reflejo por las calles de Manhattan Cruzando todas esas inmaculadas esquinas Me pierdo con tu mirada entre luces de neón enardecidas Atrapada por moles negruzcas y cristales azules que se erigen hasta el cielo. Imagino las huellas de tus botas, altas como tus pupilas Hundiéndose hasta el fondo de la nieve que se posa Sobre los pequeños cortesitos de madera que quebraste En el parque solitario por el que ronda tu vida. Veo tu carita enrojecida navegando sigilosa entre la gente, que con prisa, No podrían ignorarte por hermosa, refrescante como el perfume de tu cuerpo, Cual rocío emanado de las rosas embrujadas por las diosas legendarias que te miman Que levantan las mañanas en el más oscuro de los días. Cada vez que llega el invierno donde estas, A pesar que para entonces solo es fresca la estación donde yo vivo, Es como si te avistara en ese lugar extraño, de ciudades subterráneas, Con sus trenes, estaciones y tranvías, caminando por tu sombra, Me da miedo y tanto frío que me calcina. Me trasporto y aunque a veces suele asomarse la nostalgia, Como pretendiendo herir, rasgar en lo más profundo, Le detengo, el momento lo hago mío, solo mío y se hace eterno. Ya no podría rendirme; mas, no te niego, No deseo ver llegar la primavera. Ojalá se quedara aquí, para siempre el frío invierno. Se ha convertido en silencio en vasto poder mi espera, Pasó de alguna manera. Envuelvo toda tu piel con el calor de mi aliento, Te hago llegar mi voz por entre las hojas caídas del árbol donde tú callas Deslizo mis pies con los tuyos por esas frías aceras, Se hace vapor mi sangre para el steam que a ti te abriga Detengo el sol y mi vida justo al pie de tu ventana Le hago prender tu jardín al umbral de tu aposento. En fin, quiero que siempre sea invierno Que crezca grande la fuente donde nacen las heladas Evocar una mañana para que haga el milagro De abrir tu vida en mis alas, al concierto que provocas, Volver a ver tu sonrisa llegar hasta mi alegría Llenar de amor estos días, despertarte con mi boca. Raskolnikof. Domingo 1E de Marzo, 4:E7 PM Desde el Balcón de Carola Santo Domingo, RD