El casi después de aquella tarde nublada
entre gorriones y tímidos emigrantes,
el soplido de una parcela que al instante
sumaba lágrimas de mi cabizbaja mirada,
y al tiñe humano de algún corazón pertrechado
la brusca algarabía de los celos de tu amante
quizás en la vertiente de un premturo antes
la delicia de tus besos...la osadía de un candado,
y cuando buscas mi alma, mi alma se desvanece
entre las colinas que la vida trazó en tu geografía,
esa que recorro, cada vez que en nuestro día
un nuevo capullo, me devuelve aquello que florece,
instantáneas sublimes, de algún rincón escondido
otroras pendientes que a mi calma pertenece...
si te diera la noche...me dirías que parece
el silencio de mi sed...el pausar de tus latidos.