Hasta las lluvias que ahora me moja ya no son como ante,
cuando caminábamos despreocupado de su presencia,
distraído nos besábamos entre las gotas que caían como caricia,
tu blusa se ceñía cada vez más en tu cuerpo exuberante.
Resplandece los relámpagos asustan los truenos inquietante,
en soledad no tengo a quien transmitirle valentía y valor,
para que se sienta segura a mi lado cual fuera yo su gladiador.
Esta lluvia no lava mi amargura, pero moja más que ante.
También llueve en mi alma la vigilia es tu ausencia.
Agua ácida salina, cómplices con mi lágrima amarga,
la lluvia oscura incesante cae sobre mí en esta noche larga.
Quiero ver de nuevo lloviendo sobre tus pelos, en mi presencia
dibujando el vientre redondo de tu silueta inmaculada.
Una vez más elevo mi ruego, que vuelva nuestra lluvia dorada.