Tú vas, Señor, desparramando vida
En la pobre aridez del barro humano;
Todo surco regado por tu mano
Es viviente canción de rubio grano.
Tú conviertes la sed de pozos muertos
En fuentes refrescantes de aguas vivas;
Y los desiertos, Cristo, que cultivas,
Florecen en tus manos compasivas.
Llevas en Tí, Señor, todo el milagro
De los huertos en flor, llenos de trinos;
Y cuando pasas tú por los caminos,
Se estremecen de cánticos divinos.
Se estremecen de cánticos divinos.
Señor, ¡qué bueno es amarte!
Oh, ¡qué bueno es serte fiel!
¡Qué bueno es en todo tiempo
una alabanza tener!
Quiero alabarte, adorarte
en espíritu y verdad
y así poder compartir
tu amor con la humanidad.
Es necesario entregarse
sin reservas, mi Señor
para poder conocer
ese verdadero Amor.
Aquel que Tú nos mostraste
en aquella cruenta cruz
manifestándolo al mundo
en tu Hijo amado: JESUS.
Perfeccióname, Dios mío;
perfeccióname en tu amor
para guardar siempre puro
y santo mi corazón.
Ese amor que es sufrido,
que en vez de recibir, da;
no se goza en la injusticia,
mas se goza en la verdad.
Aquel que no tiene envidia,
no sabe de vanidad,
todo lo cree y soporta,
que es y siempre será.
Es el camino excelente,
también es la Ley real,
es mayor que la esperanza
y que la fe: la Caridad.
Ese es el amor, Dios mío,
que quiero manifestar
a este mundo que se pierde
porque no sabe amar.
Llena de amor a tu pueblo;
se establezca la unidad;
para que entonces podamos
al mundo testificar
que el REY de Reyes hoy reina
y por siempe reinará.
ZAFIRO 7