La calle bajo cero, y mi corazón
frío como el vidrio
de la ventana, o del vaso
de mi segundo whisky
de esta enésima tarde
en absoluta soledad.
¿Cuándo comencé a estar solo?
¿O alguna vez no lo estuve?
Busco, y aun allá lejos me veo solo...
Pequeño...a veces riendo,
Pero siento que nunca, o casi nunca
dejé de estar solo...
No lo sabía antes, pero la soledad
es un ácido que corroe la esperanza
y deja un resto de cruel cinismo.
O conformismo, que es casi lo mismo:
allá en lo hondo uno es consciente
de que casi todo da casi lo mismo
Mucha gente pasó a mi lado
y unos pocos creyeron, o pudieron,
ver algo más que el resto
El balance me deja
unos pocos amigos, los hijos,
algún amor perdido, y nada más...
Los recuerdos ya están muy usados
y su tenue calor se me esfuma.
Para adelante, no hay otra cosa;
el horizonte es una trazo desolado;
y el alma camina desganada entre la bruma.
Qué extraño... La vida parecía otra cosa...