Un momento para un viaje,
para iluminar un nuevo día,
despertar un cadáver,
incluso saborear un fruta de sangre,
no se levantan pasiones
por actitudes heterodoxas,
son sólo impresiones
las que vuelan entre las nubes
y te despiertan las imaginaciones.
Una estancia alumbrada
por palabras rotundas,
una cocina condimentada
con las caricias de la amada,
no hay perfiles inquietos
en las patitas atrofiadas,
se apelan a las sentencias
para absolver los fracasos
y se enumeran las desgracias
para defender los errores.
No eres un jurado perfecto,
ni un demandado político,
debes vivir en una organización
que no entiendes,
a la que no puedes apelar,
contra la que no puedes luchar,
arriba en el ático se esconde
los borbotones de tu franquicia,
en el cielo se esparcen las ideas
donde viven las incertidumbres,
en el suelo se esconden las alimañas
y los pequeños roedores.
Sin falta de respeto,
en la inquina y la perfidia
viaja un segmento de violencia,
una maldita resurrección
que alberga el estío
en medio de la soledad,
hace falta una nota sonora
esparciendo la falsedad
para demostrar que una estrella
no es una luz sin más,
es la belleza supina
que alberga la pasión,
es la ventaja de un beso
cuando abrazado en la noche
descubres algo llamado amor.