Abro los ojos -- despierto
de un sueño largo y profundo,
de un sueño intenso y confuso,
a este estado de vigilia;
siento el aire en mis pulmones
que penetra y vivifica.
Miro todo alrededor
y las cosas son las mismas
que aquellas que aquí estuvieron
al dormirme, por la noche,
justamente el día anterior.
Sin embargo, "algo" ha cambiado
de un modo sutil, discreto,
sin que descubra qué es
así, sólo de momento.
Entonces me pongo atento,
todavía desde mi cama:
hay algo aquí que "me llama"
y empiezo a buscar adentro.
Reconozco en mi interior
un estado más consciente,
es como una "sensación":
veo a las cosas y a la gente
en una nueva dimensión.
Y yo me siento distinto
a mí, en esta mañana:
siento a mi alma más lozana,
más fresca, más despejada;
así como "renovada",
después de un largo sopor
y un vivir semi-inconsciente.
Esta mañana -- no sé,
lo veo todo diferente,
es como estar de pie,
con las piernas separadas,
sobre una profunda grieta
que dividiera el pasado
de lo que viene después.
Hay una grieta en mi vida
y este día la estoy cruzando
con pleno conocimiento,
curiosidad y atención
y con cierta expectación.
¡Qué extraño este sentimiento!
¡Qué singular sensación!:
Por primera vez en años,
ya no siento ese temor
al dolor y a los engaños,
me siento mucho mejor.
Veo la vida más tranquilo
y la acepto más fácilmente.
Me encuentro más indulgente,
más seguro y más sereno;
hay algo en mí, puro y bueno,
que me hace ser más valiente
y, a la vez, más cauteloso;
ya no soy el hombre ansioso,
irascible e imprudente.
Veo muy distinto al presente
y al futuro: ¡luminoso!
Voy a ser más cuidadoso
con mi tiempo y energías;
pasaron mis noches frías
y el auto-compadecerme.
Desde este día empiezo a verme
¡renovado y victorioso!-
Eduardo Ritter Bonilla.