La soledad se pobló con ramilletes de fantasías,
entonces me sumí en él, en el más profundo sueño,
de este fantástico mundo, sin ego yo soy el dueño,
la maravillosa noche me regala toda sus gracias.
Subí por el sendero semioculto apenas legible,
desde lejos música suave llega a mis oídos,
casi es como una fragancia de una flor, el sonido
que se percibe aunque distante, es notable.
Acá es total quietud, no hay prisa alguna,
ahora estoy sentado debajo de un naranjo en flor,
la fragancia del azahar envuelve el sitio y todo su rededor.
Un momento me escondí de la chismosa luna,
que me venia alumbrando con su gran disco de plata,
en medio de esta vigilia solitaria solo ella me delata.