A esta mujer
muchas noches lo he besado,
me he adueñado de su cuerpo,
y sin pausa me he bebido su calor,
sus caricias, su silencio...
Sus manos, me han llevado a un mar profundo,
y me han bañado en aguas nuevas de deseo.
Dos frondosos bosques guardan en secreto
aquellos ojos, esos ojos de miel espesa
que se pega aquí en mi pecho,
cuando a 500 kilómetros lo amo,
lo acompaño o lo recuerdo.
De pronto por allí se me esconde,
y se va lejos, muy lejos,
a sus pueblos de mujer sola,
a sus pueblos de tormento...
y yo, solo espero,
espero a que vuelva alegre,
graciosa, mía, contenta,
solo espero.
Sin verla a esta mujer yo lo siento,
y cuando me duermo entre sus brazos,
me entrego a la muerte de mis sueños,
donde mi vida se queda suspendido, entregado
a la felicidad, al abandono de ese momento.
Me prendo de su alma
y allí me quedo,
meciéndome en esta vida,
esta vida mía tan llena de su vida.
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!