No hay concesiones, tarda en llegar el viejo tren
ese que me llevará a un mundo desconocido,
si de verdad en estos días me decido
a terminar lo pospuesto en el viejo andén,
locuras de veteranas aflicciones y movidas
sendas oscuras que vuelven esta mañana,
una verdad afin a la costumbre coridiana
que llega con la noche y no termina en el día,
vieras hermano! que bien que me mantenía
su fina transparencia de mujer enamorada,
el último café, este...que en mi mirada,
rodea el espasmo cruel de ver como moría,
manteniendo la postura de mi osadía
de toda la lucha de las batallas sesgadas,
el humo del cigarro, mis ganas de no ver nada
de resentirle a la pasión que vive todavía,
y tal vez en la adyacencia de una curva prolongada
la quietud de mi cuerpo a sus redes asemeje
cual un costal furibundo que se deje
paladear en voces, las tenues alboradas,
Oyeme! si es que de tu sitio aún percibes
el amplio devenir de aquella bala certera,
me hubiese gustado que no sea primavera
cuando la muerte llegue y en sus ojos...me mire.