Poema de la noche, verso oscuro; Como tu eden de vellos bajo el vientre. Besos fúrtivos, Pechos que se agitan; Mi mano que te explora impertinente. Voces silentes; Frágil resistencia; Intentos de aferrarte a la cordura. Ojos cerrados, piel que se estremece; Pureza que apetece la aventura. Prendas que caen, brisa que no sentimos; Nerviosismo que marca uñas y dientes, sobre mi piel que ignora los dolores, al estrecharse a tus pezones impacientes. Cuerpo radiante, luna que ilumina; Pudor que ruboriza tus mejillas; Y entre tus piernas la humedad que invita, a ignorar las otras siete maravillas. Piernas que abrazan y jadeos que rompen, el silencio y el verso de esta noche; Vaivénes tibios... Alamos testigos; Sudor, cansancio y besos sin reproches. Reloj que avanza, tiempo inconprensivo, que transformó las horas en segundos; Más permitió inscribirme hoy en tu historia, Y que me hará ser parte de tu mundo.